¿Qué es el miedo?. Bases psicológicas para escaladores
Introducción
Nuestro cerebro, un entramado mundo de conexiones neuronales que nos hacen partícipe de nuestra propia existencia, de lo que somos. Nuestro cerebro empezó a formarse a las tres semanas de que fuéramos concebidos y, hoy en día, nos guste o no, sigue modificándose con cada acción, con cada pensamiento, con cada sentimiento y emoción y da origen a nuestro comportamiento, nuestros deseos, nuestros miedos. En definitiva, nuestra conducta. Somos lo que somos debido a cómo está organizado nuestro cerebro, la máquina más sofisticada y compleja del universo. Cien mil millones de neuronas que se conectan entre sí, más de cien billones de estas conexiones que conforman nuestra personalidad, nuestra conducta, nuestra identidad.
El cerebro está formado por un montón de partes diferentes, muchas de ellas similares a las de otras especies animales. Otras, en cambio, evolucionaron a lo largo de la historia de forma diferente, e hicieron de nosotros esos seres “pensantes” que somos hoy en día. A saber…
La Conducta Humana
“…hay una mosca revoloteando entre mi cara y la pantalla del ordenador. No sé exactamente qué está buscando. Se posa una y otra vez en mi mano izquierda, donde tengo una pequeña herida aun sin cicatrizar. Busca alimento ajena del peligro que pueden generar sus acciones para su supervivencia. Por otro lado, esta criatura, tan diminuta y frágil como molesta… Tengo su vida en mis manos. Puedo decidir ahora mismo si matarla o, por el contrario, abrir la ventana de mi escritorio, armarme de paciencia y esperar que emprenda su marcha en busca de algún excremento…”
Existe una región en nuestro encéfalo que se llama cortex prefrontal. Es la última zona cerebral que se desarrolla en cualquier especie. Esta zona es la encargada de lo que se conoce como “Funciones Ejecutivas”. Esto quiere decir que es la zona que ejerce el control de nuestra conducta, la inhibición de acciones que pudieran ejercer algún tipo de peligro para nuestra supervivencia o, en menor medida, cualquier tipo de conducta que pudiera tener consecuencias indeseadas en nuestras vidas, incluso es el área encargada que decida dejar vivir a la intrusiva mosca puñetera.
“El hombre no reacciona pasivamente a la información que recibe, sino que crea intenciones, forma planes y programas de sus acciones, inspecciona su ejecución y regula su conducta para que esté de acuerdo con estos planes y programas; finalmente, verifica su actividad consciente, comparando los efectos de sus acciones con las intenciones originales, corrigiendo cualquier error que haya cometido.” (Luria, 1979)
El Miedo
Hay otra región más primitiva en nuestro encéfalo y que es vital para la supervivencia de cualquier ser vivo. La amígdala es una región cerebral que controla el miedo, las emociones, el aprendizaje de estas situaciones de peligro.
Ante un estímulo amenazante, la amígdala se activa. Esta activación desencadena una serie de mecanismos fisiológicos que nos disponen para realizar una de la dos acciones defensivas descritas anteriormente: Luchar o huir. Nuestra frecuencia cardíaca se dispara, el corazón bombea más sangre a los músculos esqueléticos para que éstos estén preparados para luchar o para correr, para realizar una acción defensiva que garantice nuestra supervivencia.
Miedo y Escalada
Estás escalando. Eres principiante y algún imprudente amigo te ha convencido para que te metas en una vía de primero. Al principio parece que todo está controlado, pero cuando llegas a la sección clave de la vía notas que te estás quedando sin fuerzas y que no vas a ser capaz de resolver esa secuencia de movimientos. Miras hacia abajo y la última chapa queda allí, lejos, muy por debajo de tus temblorosos pies. El corazón se dispara, un sudor frío recorre todo tu cuerpo y no sabes qué cojones hacer. ¡Tu amígdala se ha híper activado!
Tienes miedo, mucho, y quieres que eso acabe, pero no puedes controlar la situación. Tu corazón late más y más deprisa. Caes. Gritas horrorizado ante la situación más peligrosa de tu vida. Sin embargo, un par de segundos después todo ha acabado; la cuerda ha detenido la caída. No ha pasado absolutamente nada y estás bien. Quizás un poco furioso al escuchar las carcajadas de tu asegurador algunos metros por debajo tuya, en el confortable suelo; firme y horizontal. Capullo…
Las caídas en la escalada son parte de este deporte, y debemos aprender a controlarlas.
Puede que incluso sin ser principiante, el miedo se haya apoderado de ti, impidiendo que puedas disfrutar de tu pasión como te gustaría. Sea cual fuere el motivo (créeme cuando te digo que no importa cuál sea éste) tu cerebro aprendió que la escalada es peligrosa.
Un solo evento aversivo (ver una situación peligrosa, haberla experimentado o, simplemente, que te la hayan contando) es suficiente para que tu cerebro asocie dicha situación (escalar de primero, por ejemplo) como una amenaza para tu supervivencia.
Es algo adaptativo. Cuando de una situación que amenaza la supervivencia se trata, el emparejamiento de un estímulo determinado (un vuelo) con una consecuencia amenazante (daño) es suficiente para adquirir miedo condicionado. Recuerda que el cerebro solo quiere que sobrevivas, importándole bien poco que encadenes o no tu último y motivante proyecto
¿En que piensas mientras escalas?
Como ya dije en un principio, nuestro cerebro se modula y modifica a lo largo de nuestra vida. Con cada situación, con cada acción; en definitiva, con nuestra experiencia. Es ésta la que hace que nuestras conexiones vayan cambiando día a día y, por lo tanto, nuestro comportamiento (incluida nuestra percepción de miedo irracional) también.
Ese mismo día ves como otros escaladores más experimentados caen una y otra vez. No muestran horror ni miedo alguno. Debes saber que ellos se han visto expuestos a esa misma situación infinidad de ocasiones. En sus mentes algo funciona de forma diferente; e incluso tienes la sensación de que llegan a disfrutar en esas situaciones en las que tú te has hecho, metafórica, o literalmente me atrevería a decir, caquita.
¿Qué Me Ocurre?
Cuando existe una situación de peligro la amígdala se activa. Sí o sí. Rápidamente ocurren todos esos mecanismos fisiológicos descritos anteriormente para garantizar nuestra supervivencia. Pero la amígdala también está interconectada con esa otra parte de nuestro encéfalo; la parte pensante, el cortex prefrontal. Éste es el encargado de sopesar si realmente la amenaza existe.
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Si es así, la amígdala seguirá con su trabajo de preparación para “lo peor”.
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De lo contrario, si nuestro cortex prefrontal decide que la situación carece de peligro, la amígdala se “desactivará”.
Es este el mecanismo por el cual tú sientes miedo y el escalador experimentado no. Como mucho, éste habrá sentido un pequeño y fugaz subidón de adrenalina.
Conclusión
Si eres escalador principiante, o llevas mucho tiempo escalando pero siempre lo haces con la cuerda por arriba, tengo una mala noticia.
No te vas a levantar una mañana sin miedo. No vas a dejar de pasar miedo por mucho que te pongas a mirar desde el pie de vía las chapas y la distancia existente entre ellas. No vas a dejar de sentir miedo porque te pongas el casco (cosa que está muy bien que hagas) o porque tires treinta y ocho veces de la cuerda de tu asegurador antes de subir para comprobar que el Grigri frena bien la cuerda. El Grigri frena bien la cuerda, a no ser que esté mal puesto (eso es otra historia), solo bastaría con comprobarlo un par de veces (los lumbares de tu compañero te lo agradecerán). No importa que te releas por enésima vez “Guerreros de la roca” o que tu pareja te grite más fuerte que te tires.
El miedo en la escalada te debe ayudar, ¡no controlarte!
Sin embargo, también tengo una buena noticia. Puedes hacer que tu cerebro aprenda que una caída en escalada no compromete necesariamente tu supervivencia. Pero, ¿cómo hacerlo?
La única forma que el miedo se vaya es exponiéndote una y otra vez a esa situación. De esa forma tu cerebro se modificará, aprenderá a que la situación no entrama peligro alguno y dejarás, poco a poco, de percibir esa situación como amenazante. Sin embargo, la exposición ha de ser llevada a cabo por un profesional, porque de nos hacerla de la forma correcta puede traer consecuencias negativas como un incremento del miedo. Sesiones de psicoeducación, exposición sistemática, controlar los niveles de activación para que se produzca habituación (señal de éxito en la terapia de exposición) y no de sensibilización (señal de fracaso en la terapia de exposición).
Piensa en dos cosas. Por un lado, poca, muy poca gente, logra superar el miedo a la caída por sí misma (si conoces a alguien darle mi enhorabuena). Por otro lado, el tratamiento cognitivo conductual con exposición en vivo es altamente eficaz (más del 80% de éxito) en personas que sufren algún tipo de fobia. Eso sí, llevado a cabo por un profesional.
No es el tiempo per sé quien hace que la cosas cambien, es aquello que hacemos en ese tiempo lo que marca la diferencia.
José M. Capote Garcés
Colaborador
Universidad de Granada
Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento psicológico.
Escalador en activo e investigador en el HUM-388 Psicofisiología Humana y Salud.
Autor principal de una investigación que se ha finalizado que ha estudiado ampliamente las diferencias psicológicas y psicofisiológicas implicadas en dos grupos de escaladores en función de la modalidad que éstos escogían para practicar la escalada deportiva (el estudio se encuentra en fase de publicación).
En la actualidad estoy llevando a cabo una nueva investigación con personas que padecen acrofobia (miedo a las alturas) y con escaladores (este estudio está en fases iniciales
Si tenéis alguna duda o simplemente os ha gustado dejad un comentario y os responderemos con la mayor brevedad posible
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[…] de impotencia que supone pensar que no puedes controlar tus emociones, más concretamente la del miedo, una vez estas preparado y listo para dirigirte hacia tu objetivo, la […]